Revista Administración & Cidadanía, EGAP

Vol. 18_núm. 1_2023 | pp. 247-262

Santiago de Compostela, 2023

https://doi.org/10.36402/ac.v18i1.5091

© Luis Barreiro Castro

ISSN-L: 1887-0279 | ISSN: 1887-5270

Recibido: 03/05/2023 | Aceptado: 22/06/2023

Editado bajo licencia Creative Commons Atribution 4.0 International License

A fidelidade como elemento explicativo dos resultados electorais en España

La fidelidad como elemento explicativo de los resultados electorales en España

Fidelity as an explanatory element of electoral results in Spain

Luis Barreiro Castro

Doctor en Sociología

Funcionario del cuerpo superior de la Administración

Xunta de Galicia

https://orcid.org/0000-0002-5659-5715

barreirocastro@yahoo.es

Resumo: Neste traballo estúdase o grao de fidelidade do electorado español. Para iso, a través das enquisas postelectorais correspondentes ás eleccións xerais do ano 2019, analízase, por un lado, o grao de lealdade dos votantes aos partidos políticos e, por outro, a súa distribución ao longo da escala de autosituación ideolóxica. Esta análise permite ver que os electores que se consideran de centro son os que mostran unha menor fidelidade partidista. Adicionalmente, este grupo de votantes é o único que presenta de xeito significativo unha predisposición a apoiar formacións á dereita ou á esquerda, o que lle confire un papel fundamental na conformación de maiorías de goberno.

Palabras clave: Comportamento electoral, ideoloxía, lealdade partidista, volatilidade electoral, votantes de centro.

Resumen: En este trabajo se estudia el grado de fidelidad del electorado español. Para ello, a través de las encuestas postelectorales correspondientes a las elecciones generales del año 2019, se analiza, por un lado, el grado de lealtad de los votantes a los partidos políticos y, por otro, su distribución a lo largo de la escala de autoubicación ideológica. Este análisis permite ver que los electores que se consideran de centro son los que muestran una menor fidelidad partidista. Adicionalmente, este grupo de votantes es el único que presenta de manera significativa una predisposición a apoyar a formaciones a la derecha o a la izquierda, lo que le confiere un papel fundamental en la conformación de mayorías de gobierno.

Palabras clave: Comportamiento electoral, ideología, lealtad partidista, volatilidad electoral, votantes de centro.

Abstract: This paper studies the degree of fidelity of the Spanish electorate. To do this, through the post-electoral surveys corresponding to the 2019 general elections, analyse, on the one hand, the degree of voter loyalty to political parties and, on the other, its distribution along the scale of ideological self-location. This analysis allows us to see that voters who consider themselves to be from the centre are those who show less partisan fidelity. Additionally, this group of voters is the only one that significantly presents a predisposition to support formations to the right or to the left, which gives it a fundamental role in the formation of government majorities.

Key words: Electoral behaviour, ideology, partisan loyalty, electoral volatility, centrist voters.

Sumario: 1 Introducción. 2 Marco teórico. 3 Objetivos, metodología y fuentes. 4 Grado de fidelidad del electorado. 5 Caracterización del votante de centro sin fidelidad partidista. 6 Discusión de resultados. 7 Conclusiones. 8 Bibliografía.

1 INTRODUCCIÓN

Es un lugar común en el discurso que las personas somos animales de costumbres, o lo que es lo mismo, que tenemos cierta aversión al cambio. Esta afirmación general parece corroborarse en lo referente al comportamiento electoral. En nuestra vida cotidiana encontramos personas de las que podemos sospechar, al escuchar sus opiniones, que votan a una determinada formación política independientemente de las circunstancias. Su opinión sobre diversos temas tiende a justificar al partido al que siguen. A poco que se mantenga una conversación con ellos, no se hace difícil predecir su voto, por lo menos a corto plazo. A modo de comparación, podemos asimilar este tipo de votantes a los aficionados de un club de fútbol que son fieles a sus colores independientemente de la realidad deportiva del mismo. El seguidor de un equipo, en general, mantiene su fidelidad tanto en la victoria como en la derrota. De igual manera puede presuponerse que existe una parte del electorado que es fiel a un partido político independientemente del desempeño de este. Buena prueba de ello sería, en España, el hecho de que, a pesar de los escándalos de corrupción política en los que se han visto envueltas la mayoría de las formaciones políticas tradicionales, a lo largo de la segunda década del siglo XXI, estas han mantenido a una buena parte de sus electores. Podría aventurarse de esta manera que, en la política, igual que en el fútbol o en otros deportes, existen una serie de hooligans cuya lealtad a una determinada formación está por encima de cualquier otra consideración. Esta inmovilidad desde el punto de vista electoral ha sido ligada tradicionalmente a distintos factores, algunos de los cuales proceden de las escuelas clásicas de pensamiento. Aunque no es el objetivo de este trabajo establecer las causas de la fidelidad electoral, en el apartado siguiente se mencionarán algunas de ellas.

La división del electorado en función de su lealtad a una formación política tiene una gran trascendencia tanto a la hora de entender los resultados electorales como las posibles estrategias y ofertas electorales de los partidos políticos. Establecido que existe un grupo de electores que apoya a una formación política, independientemente de su desempeño en el gobierno o en la oposición, está en el interés de esa organización, para maximizar su apoyo electoral, centrarse en aquellos electores cuyo voto no está predispuesto a ninguna opción política. Ello implica, en primer lugar, establecer la relación cuantitativa entre electores fieles y fluctuantes. Esta relación es de suma importancia porque establece el campo de competición política en un proceso electoral. Dados unos apoyos fijos, el rendimiento electoral de una formación dada dependerá, en gran medida, de su capacidad de captar electores cuyo voto varía entre procesos electorales. En segundo lugar, es necesario establecer si esos cambios en el apoyo electoral tienen limitaciones. Es decir, una cuestión es que un votante cambie su preferencia y otra cosa es que esté dispuesto a apoyar a cualquier formación política. Dicho de otra manera, un elector puede variar su voto, pero solo hacerlo dentro de un grupo de formaciones políticas que proponen unas políticas o sostienen una ideología que es próxima a sus preferencias. Este punto es crucial en un sistema político como el español, que se ha caracterizado por el establecimiento de dos bloques, a los que podemos denominar de centroizquierda y centroderecha, que aspiran a alcanzar el poder. Por ello, es necesario distinguir de entre los electores volátiles aquellos cuyo cambio de preferencias electorales se limita a formaciones dentro del mismo bloque. Este tipo de ciudadanos, aunque pueden variar las relaciones de poder dentro de las formaciones de un bloque, tendrá una trascendencia menor en el cambio de signo de un gobierno que aquellos cuyo voto puede oscilar entre opciones políticas de distinto bloque. A modo de ejemplo, un elector que cambie su voto del Partido Popular a Vox, formaciones que podemos incluir en la centroderecha, es un votante no fiel a un partido, pero sí a un bloque. El cambio en su preferencia electoral puede afectar a la relación de votantes de estas dos formaciones políticas, pero no al cómputo general de votos cosechados por la centroderecha. Igual consideración podemos hacer en el bloque de centroizquierda con un ciudadano que cambia su voto del Partido Socialista a Podemos. Esto en términos de votantes, lo que no implica que no haya que tener en cuenta las distorsiones que puede deparar el sistema electoral a la hora de la asignación de escaños. Esta apreciación no es baladí, ya que implica que una formación política debe buscar un equilibrio entre captar electores con fidelidad solo al bloque, para consolidar su posición dentro del mismo, y electores sin fidelidad a un bloque para mejorar sus opciones de alcanzar el poder.

En consecuencia, se hace necesario, por una parte, establecer el grado de fidelidad electoral y, por otra, intentar delimitar quiénes son los electores fluctuantes debido a su importancia a la hora de formar mayorías de gobierno.

Por lo anterior, este trabajo se estructura en ocho apartados. Tras esta introducción se aborda el marco teórico. A continuación, se concretan los objetivos, la metodología y las fuentes. Por su parte, en el cuarto apartado, se analizan los datos provenientes del Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS) con el fin de poder establecer la relación entre electores fieles y fluctuantes, lo que permitirá, en el quinto apartado, establecer un perfil del elector no fiel. Tras la discusión de resultados y las conclusiones, el trabajo finaliza con una relación de la bibliografía consultada.

2 MARCO TEÓRICO

A partir de la segunda mitad del siglo XX, los estudios electorales cobraron mucho auge. El desarrollo de las técnicas estadísticas, de los métodos de muestreo y de encuesta, y la paulatina introducción de la informática impulsaron la proliferación de un gran número de trabajos que pretendían explicar el comportamiento electoral de los votantes. Todos estos estudios se vieron alentados por los líderes y formaciones políticas que veían en ellos una forma de acercar sus propuestas a las preferencias de los electores. Esta fructífera línea de investigación dio lugar al surgimiento de una serie de escuelas que centraban su atención en determinadas características de los votantes, atribuyéndoles a las mismas su comportamiento electoral. Pueden destacarse tres corrientes que han sido predominantes a lo largo del tiempo en relación con esta materia. En el enfoque sociológico, conocido por el modelo de Columbia, los factores explicativos del comportamiento electoral se centran en las características sociales de los individuos, de manera que cobran especial importancia como variables explicativas del voto la edad, la ocupación, la religión, etc.1. El argumento central es que los atributos sociales ejercen una gran influencia sobre los individuos, no porque ellos impongan las preferencias y determinen los intereses, sino más bien porque los ubican en la estructura social y esto afecta a su exposición a la información política y, por ende, al proceso de construcción de preferencias, de manera que una persona pensará políticamente de acuerdo con sus características sociales2. Esta escuela pone énfasis en la estabilidad en las decisiones de voto, sosteniendo que la incidencia de las campañas electorales es débil, frente a los condicionamientos sociales, en el momento de optar por un partido o por un candidato. El enfoque psicológico, promovido por investigadores de la Universidad de Míchigan, plantea un modelo explicativo sustentado en variables de tipo psicológico, como las creencias, los sentimientos o los valores. Un ejemplo de esta perspectiva es la obra The American Voter3, realizada con ocasión de la elección presidencial de 1952, en la cual se identifican tres tipos de actitudes a la hora de explicar la decisión del voto, y que son: la identificación partidaria, la actitud frente a los temas del debate electoral y la simpatía por el candidato. Por último, el enfoque económico propugna la aplicación de los presupuestos de la racionalidad económica para explicar el comportamiento electoral. Desde este modelo, el comportamiento del individuo es fruto de un cálculo entre costes y beneficios, de manera que, si los primeros superan a los segundos, no irá a votar. El problema de esta perspectiva es que, puesto que los costos de ir a votar, en términos de tiempo y desplazamiento, serán en la mayoría de los casos mucho mayores que los beneficios, este racionalmente optará por no hacerlo4. En este sentido, hay que tener también en cuenta que el individuo va a disfrutar de los beneficios de que gane un candidato independientemente de que vote o no, por lo que, en el supuesto de que determinadas políticas le fueran favorables, solo le interesaría ir a votar en el caso de que estimase que su voto es determinante, lo cual es muy improbable. Pese a las predicciones de este enfoque, la realidad es que en la mayoría de las democracias avanzadas la gente acude a votar en un número considerable, dando lugar a lo que se ha denominado la paradoja del voto5. Para salvar esta paradoja aparecieron nuevas propuestas en las que, por ejemplo, entre los beneficios de ir a votar se incluía la satisfacción de cumplir con un deber cívico6.

Lo anterior nos permite comprobar que tanto el enfoque sociológico como el psicológico sostienen la posibilidad de unos votantes ligados firmemente a unas determinadas formaciones políticas. Por un lado, las características sociales de los individuos, como su clase social, su religión o su etnia, vincularían de manera permanente a una parte de los electores a determinadas opciones políticas. Por otro lado, la escuela de Míchigan señala como uno de los factores que condicionan el comportamiento electoral de los votantes su identificación con una formación política. Frente a estos dos enfoques, la corriente de la racionalidad económica parece postularse por un modelo de elector menos fiel, cuyo comportamiento fluctuará entre los diversos procesos electorales favoreciendo a aquellas formaciones políticas que, en cada momento, mejor se acomoden a sus intereses. No obstante, diversos trabajos parecen matizar esta afirmación. Recientemente Barreiro7 diferencia, dentro de los votantes que se guían por los postulados de la racionalidad económica, aquellos ciudadanos que se mueven por ofertas de carácter programático frente a los que lo hacen por ofertas clientelares. Para ello, en primer lugar, deslinda entre lo que ha denominado el elector y el cliente. El primero actuaría movido por ofertas programáticas y el segundo por ofertas de carácter particular. Siguiendo la teoría de juegos, nos muestra cómo un elector totalmente racional optará, en la mayoría de los casos, por no ir a votar puesto que va a disfrutar de los beneficios derivados de que gane un candidato, independientemente de que vote o no, por lo que, en el supuesto de que determinadas políticas defendidas le fueran favorables, solo le interesaría ir a votar en el caso de que estimase que su voto es determinante, lo cual es muy improbable. El cliente, por su parte, acudiría a las urnas como contraprestación a un favor recibido, por lo que su participación deriva de un contrato informal que en la mayoría de los casos le interesará cumplir. Por tanto, este autor sostiene que aquellos electores que están vinculados por ofertas clientelares de carácter particular mantendrán una fidelidad especialmente alta hacia las formaciones políticas y los líderes que los favorecen, lo cual encaja perfectamente con los postulados economicistas. Además, justifica que los espacios reducidos favorecen la aparición de los clientes electorales. En consecuencia, en sus recientes trabajos ha introducido la población de los municipios como variable explicativa del comportamiento electoral8. Por otro lado, Caplan9, en línea con lo anterior, sostiene que un votante únicamente guiado por ofertas programáticas, un elector en la terminología de Barreiro10, puede actuar racionalmente votando incluso a formaciones que no lo benefician, puesto que la posibilidad de que su voto sea decisivo es casi inexistente. De esta manera, dada la intrascendencia de su voto, podría mantener su fidelidad a un partido, debido a otras consideraciones, a pesar de que en la práctica no favorezca sus intereses.

Como se muestra, a modo ilustrativo, estos tres enfoques clásicos contemplan la posibilidad de electores fieles, lo que no implica que no existan otras escuelas y trabajos que incidan en este tema. No obstante, puesto que el objeto fundamental de este trabajo es el estudio de las consecuencias de la fidelidad partidista en los resultados electorales, no procede un estudio detallado de otras contribuciones que profundizan en las posibles causas de esta, aunque en el caso español se pueden citar, entre otros, trabajos como los de González, Fraile y González y Bouza11.

3 OBJETIVOS, METODOLOGÍA Y FUENTES

Por lo expuesto, el trabajo pretende dos objetivos fundamentales. El primero es establecer la importancia cuantitativa de los electores fieles, definidos como aquellos que apoyan de manera sistemática a una opción política. El segundo, por su parte, es caracterizar a aquellos electores que no son fieles a ninguna formación.

Para ello se establecen tres hipótesis que guían el presente trabajo:

Para llevar a cabo el primer objetivo, se procede al estudio del grado de estabilidad en el voto en las elecciones generales celebradas en España en el año 2019, recurriendo a los datos de las encuestas postelectorales realizadas por el Instituto de Investigaciones Sociológicas (CIS).

En segundo lugar, se intentará perfilar en qué medida la ideología de los electores no fidelizados limita sus opciones de voto condicionando las posibles alternativas de gobierno.

4 GRADO DE FIDELIDAD DEL ELECTORADO

Para estudiar la fidelidad de los votantes a las formaciones políticas, se recurre a los datos postelectorales de las elecciones generales celebradas en España en abril y noviembre del año 2019. La tabla 1 permite ver que los electores muestran un alto grado de fidelidad a los partidos políticos. De hecho, prácticamente un tercio de los encuestados manifiesta, en ambos procesos, que siempre votan a la misma formación política. Además, alrededor de un 28 % declara que por lo general apoyan al mismo partido. Por el contrario, solo un 35 % manifiesta, tanto en el estudio referente a las elecciones de abril como en las de noviembre, que vota en función de lo que le convenza en ese momento. La similitud de los resultados obtenidos entre ambos procesos celebrados en menos de un año resultan coherentes, ya que por la naturaleza de la pregunta no sería de esperar resultados con grandes diferencias. Las pequeñas variaciones observadas entre procesos pueden atribuirse tanto a que se trata de muestras diferentes como a los efectos del redondeo de cifras. Con respecto a esto último, es necesario resaltar que se opta por ofrecer los resultados sin decimales en aras de la sencillez, lo que implica que, en algunos casos, los datos ofrecidos entre diversas tablas muestren divergencias de una unidad.

Tabla 1. Fidelidad de los votantes

2019 A

2019 N

Votan siempre por el mismo partido

31 %

32 %

Por lo general suelen votar por el mismo partido

28 %

26 %

Según lo que más les convenza en ese momento, votan por un partido u otro, o no votan

35 %

35 %

Resto

5 %

8 %

Fuente: elaboración propia a partir de los estudios del CIS n.º 3248 y 3269.

La tabla 2, por su parte, permite observar el reparto de la fidelidad entre los votantes cuando se tiene en cuenta su autoubicación ideológica. Los datos que se presentan indican que los electores que se autoubican en el centro son los que menos fidelidad muestran a una formación política. De hecho, aproximadamente la mitad de ellos declaran que su voto depende de las circunstancias de cada momento.

Tabla 2. Fidelidad voto en función de la ideología

2019 A

Izquierda (1-2)

Centro izquierda (3-4)

Centro (5)

Centro derecha (6-7)

Derecha

(8-9-10)

Fiel

36 %

35 %

22 %

25 %

37 %

Casi fiel

32 %

31 %

24 %

28 %

25 %

No fiel

27 %

30 %

50 %

42 %

32 %

Otros

5 %

4 %

4 %

5 %

6 %

2019 N

Izquierda (1-2)

Centro izquierda (3-4)

Centro (5)

Centro derecha

(6-7)

Derecha

(8-9-10)

Fiel

40 %

38 %

22 %

28 %

42 %

Casi fiel

32 %

30 %

23 %

27 %

27 %

No fiel

23 %

29 %

48 %

42 %

30 %

Otros

5 %

3 %

7 %

3 %

1 %

Fuente: elaboración propia a partir de los estudios del CIS n.º 3248 y 3269.

Pero, como se ha adelantado, el hecho de que un elector varíe su voto en los diversos procesos electorales no implica que esté dispuesto a votar a todas las formaciones políticas en liza.

La tabla 3 muestra que la ideología de los votantes limita el rango de partidos a los que un ciudadano está dispuesto a apoyar.

Tabla 3. Voto de los electores no fieles en función de su ideología

2019 A

Izquierda (1-2)

Centro izquierda (3-4)

Centro (5)

Centro derecha (6-7)

Derecha

(8-9-10)

PSOE

32 %

51 %

25 %

5 %

1 %

PP

0 %

0 %

6 %

31 %

41 %

Ciudadanos

1 %

2 %

22 %

28 %

10 %

Podemos

32 %

16 %

4 %

2 %

1 %

Vox

0 %

0 %

2 %

10 %

32 %

Abstención

4 %

5 %

11 %

6 %

5 %

2019 N

Izquierda (1-2)

Centro izquierda (3-4)

Centro (5)

Centro derecha (6-7)

Derecha

(8-9-10)

PSOE

26 %

48 %

24 %

4 %

2 %

PP

0 %

1 %

8 %

37 %

48 %

Ciudadanos

0 %

2 %

11 %

15 %

2 %

Unidas Podemos

31 %

16 %

3 %

1 %

0 %

Vox

1 %

0 %

5 %

16 %

32 %

Abstención

6 %

8 %

13 %

8 %

6 %

Fuente: elaboración propia a partir de los estudios del CIS n.º 3248 y 3269.

Tabla 4. Voto de los electores no fieles según bloque político e ideología

2019 A

Izquierda

(1-2)

Centro izquierda (3-4)

Centro

(5)

Centro derecha (6-7)

Derecha

(8-9-10)

Izquierda (PSOE+Podemos)

64 %

67 %

29 %

6 %

2 %

Derecha (PP+Cs+Vox)

1 %

3 %

30 %

69 %

83 %

2019 N

Izquierda

(1-2)

Centro izquierda (3-4)

Centro

(5)

Centro derecha (6-7)

Derecha

(8-9-10)

Izquierda (PSOE+Podemos)

57 %

63 %

27 %

5 %

3 %

Derecha (PP+Cs+Vox)

1 %

2 %

23 %

68 %

82 %

Fuente: elaboración propia a partir de los estudios del CIS n.º 3248 y 3269.

Los datos apuntan a que solo los electores de centro son proclives a votar a partidos a su izquierda o a su derecha de manera significativa. Este hecho implica una importante derivada desde el punto de vista electoral. La correlación de fuerzas entre los partidos de lo que se puede denominar el bloque de derechas y el bloque de izquierdas pivota en gran medida en los electores sin fidelidad política que se autoubican en el centro de la escala ideológica. O lo que es lo mismo, una pequeña parte del electorado, debido a su volatilidad, tiene una gran importancia a la hora de la conformación de las posibles mayorías de gobierno. La tabla 5 permite ver como el porcentaje de votantes de centro sobre el total, según los estudios del CIS empleados, podría situarse alrededor del 22 % del electorado. Puesto que se ha estimado que alrededor de la mitad de esos votantes se decantan por una u otra formación política, según las circunstancias del momento (tabla 2), podemos cifrar alrededor de un 11 % sobre el total el número de electores de cuyo voto pende, en gran medida, la conformación de un gobierno de centroderecha o centroizquierda.

Tabla 5. Electores según ideología

2019 A

2019 N

Izquierda (1-2)

14 %

12 %

Centro izquierda (3-4)

37 %

36 %

Centro (5)

22 %

22 %

Centro derecha (6-7)

19 %

19 %

Derecha (8-9-10)

9 %

11 %

Fuente: elaboración propia a partir de los estudios del CIS n.º 3248 y 3269.

5 CARACTERIZACIÓN DEL VOTANTE DE CENTRO SIN FIDELIDAD PARTIDISTA

Establecido el papel fundamental de los votantes de centro no fieles en la conformación de mayorías de gobierno, procede esbozar los principales rasgos de estos electores. A continuación, se presentan una serie de tablas cruzadas que pueden ayudar a entender quiénes son esos votantes cuyo apoyo es tan codiciado. El hecho de recurrir a la técnica de cruzar datos se debe a varios motivos. El primero es que este trabajo aspira fundamentalmente a mostrar la importancia electoral de la división entre votantes fieles y no fieles, asumiendo que los motivos de un ciudadano para adoptar una postura u otra pueden ser múltiples y en ocasiones inescrutables, lo que implica que difícilmente se podrá aspirar a definirlos con exactitud. El segundo, porque se pretende recurrir a una herramienta de fácil comprensión, aunque sea a costa de perder precisión. El tercero, y relacionado con lo anterior, porque se parte del convencimiento de que en muchas ocasiones en la búsqueda del detalle se pierde la visión del conjunto. Dicho lo anterior, a continuación se presentan una serie de tablas que pretenden incluir algunas de las variables que son comunes en los diversos estudios políticos y que, en alguna medida, pueden ayudar a caracterizar el campo de batalla de las formaciones políticas que aspiran a alcanzar el gobierno.

Las tablas 6 y 7 parecen indicar, a modo de síntesis, que el votante no partidario de centro podría caracterizarse por ser un trabajador, con una baja religiosidad y un nivel educativo medio-alto. Esto estaría en consonancia con el trabajo de Fraile12, en el que se apunta a que la predisposición de los ciudadanos a utilizar la lógica del voto por rendimientos será mayor al aumentar su nivel de conocimiento sobre lo político. De esta manera, serían los electores que proceden de los estratos sociales más dinámicos de la sociedad, debido a su trayectoria profesional y/o educativa, los más críticos con el desempeño de los partidos políticos.

Por último, la tabla 7 parece corroborar trabajos como el de Barreiro13, que predicen una mayor fidelidad en los municipios rurales.

Tabla 6. Votante de centro no fiel (I)

2019 A

2019 N

Sexo

Mujeres

51 %

54 %

Religiosidad

Católico/a practicante

24 %

21 %

Católico/a no practicante

53 %

53 %

Creyente de otra religión

3 %

3 %

Agnóstico/a

5 %

7 %

Indiferente, no creyente

7 %

10 %

Ateo/a

7 %

5 %

N.C.

1 %

1 %

Nivel educativo

Sin estudios

4 %

4 %

Primaria

15 %

15 %

Secundaria 1.ª etapa

26 %

23 %

Secundaria 2.ª etapa

13 %

15 %

FP

20 %

22 %

Superiores

23 %

22 %

Fuente: elaboración propia a partir de los estudios del CIS n.º 3248 y 3269.

Tabla 7. Votante de centro no fiel (II)

2019 A

2019 N

Edad

18-30

14 %

13 %

31-45

29 %

29 %

46-65

39 %

36 %

66-80

18 %

17 %

> 80

0 %

5 %

Situación laboral

Trabaja

51 %

49 %

Jubilado/a o pensionista (ha trabajado)

24 %

25 %

Pensionista (no ha trabajado)

3 %

3 %

Parado/a y ha trabajado antes

11 %

13 %

Parado/a y busca su primer empleo

0 %

0 %

Estudiante

4 %

4 %

Trabajo doméstico no remunerado

6 %

6 %

Población municipio

Menos o igual a 2.000 habitantes

6 %

6 %

2.001 a 10.000 habitantes

16 %

15 %

10.001 a 50.000 habitantes

27 %

29 %

50.001 a 100.000 habitantes

12 %

12 %

100.001 a 400.000 habitantes

24 %

21 %

Más 400.000 habitantes

15 %

17 %

Fuente: elaboración propia a partir de estudios del CIS n.º 3248 y 3269.

6 DISCUSIÓN DE RESULTADOS

Los resultados presentados apuntan a que sobre una minoría de los electores pivota el color político de los gobiernos. Como se adelantaba en la introducción, parece confirmarse que las personas tenemos aversión al cambio, incluso en lo referente al comportamiento electoral. Adicionalmente, puede intuirse que cuando estos se producen, desde el punto de vista electoral, el rango de cambio en muchas ocasiones es limitado. El trabajo muestra, por un lado, que en el centro político es donde existe una menor fidelidad partidaria y, por otro, que son los votantes que se autoubican en esta posición los que significativamente votan a un lado u otro del espectro político. Si bien los datos también permiten ver que existe un número importante de electores no fidelizados en la izquierda y en la derecha, el espectro de los partidos por los que se decantan se sitúa dentro del espacio político donde se autoubican, por lo que su incidencia en la alternancia entre gobiernos de derecha o izquierda se centra fundamentalmente en los efectos del reparto de escaños derivada del sistema electoral.

Por tanto, los resultados encajan dentro de las predicciones de los modelos clásicos que intentan descifrar el comportamiento electoral. Tanto la escuela de Columbia como la de Míchigan apuntaban a una fidelidad del voto a determinadas opciones políticas, ya fuera por las características sociales de los individuos o por determinados vínculos de carácter afectivo. Pero la escuela economicista también alberga esa posibilidad de fidelización del voto independientemente del desempeño de las formaciones políticas en el gobierno o en la oposición, o de las propuestas políticas que planteen a los electores. En este punto, es de obligada referencia, como se mencionó, la obra de Caplan14. Este autor argumenta que un ciudadano racional puede votar en contra de sus intereses debido a dos razones fundamentales. La primera es que, puesto que el voto de un individuo es casi imposible que sea decisivo, este puede actuar guiado por otras motivaciones distintas de su interés personal. La segunda razón, en la que incide este autor, es que, mientras que un error en una decisión privada supone costes que debe soportar el individuo, ese mismo error en la esfera electoral implicaría un coste que se repartiría entre toda la sociedad. De igual manera Barreiro15 sostiene que una parte del electorado se mueve motivada por el posible interés particular derivado del hecho de que una formación política obtenga el poder. Este tipo de ciudadano, que se ha denominado comúnmente cliente, es especialmente fiel porque su lealtad deriva de los favores recibidos u ofrecidos. Este tipo de votante lejos de ser una figura residual puede que tenga un gran peso electoral. Núñez16, por ejemplo, sostiene que los partidos disponen de una cartera de empleo que puede representar, al menos, medio millón de votos directos, sumando al trabajador su entorno familiar y social.

Puesto que alrededor de un 60 % de los ciudadanos apoyan siempre o casi siempre a la misma formación política, independientemente de otras consideraciones, es necesario, desde el punto de vista electoral, centrar la mirada en el 35 % de electores cuyo voto depende de las circunstancias de cada momento. Los datos muestran que ese porcentaje de electores volátiles en realidad es menor, puesto que el rango de opciones políticas por las que se decantan aparece condicionado por su ideología, votando en la gran mayoría de casos a fuerzas que se ubican en su misma zona del espectro político. Las tablas presentadas indican que solo los ciudadanos que se consideran de centro votan significativamente a fuerzas de derecha o de izquierda. Son, por tanto, estos ciudadanos un elemento clave en el eje de competición derecha-izquierda puesto que el color del gobierno depende en gran medida del sentido de su voto. A modo orientativo, en este trabajo, se ha estimado que este electorado supone alrededor de una décima parte del total (11 %). Además, es necesario recordar que las variaciones en el número de votos de las formaciones políticas pueden ser amplificadas por el sistema electoral en la asignación de escaños, lo que a su vez puede tener una trascendencia fundamental a la hora de formar mayorías. A modo ilustrativo, Ciudadanos perdió en las elecciones de noviembre de 2019, en relación con las de abril, alrededor de un 60 % de su electorado, lo que se tradujo en una pérdida del 83,5 % en el número de diputados.

Lo anterior implica dos efectos en el funcionamiento democrático que cabe resaltar. Por una parte, el hecho de que alrededor del 60 % de los ciudadanos vote siempre, o casi siempre, a la misma formación política dota al sistema de un cierto conservadurismo que sirve como dique de contención a cambios radicales. Este hecho ha sido palpable en la política española durante la segunda década del siglo XXI, en la que emergieron una serie de formaciones políticas dando lugar a lo que se ha denominado la nueva política. Pese a la crisis económica, los recortes derivados de la misma y los casos de corrupción, las formaciones de nuevo cuño, aunque han sido capaces de obtener unos resultados electorales relevantes, no han logrado desbancar a las formaciones clásicas, Partido Popular y Partido Socialista, las cuales han conservado su posición predominante dentro de su espectro ideológico17. Por otra, esta fidelidad supone una barrera a la rendición de cuentas de los partidos. El hecho de que un porcentaje tan alto de la población permanezca ajeno al desempeño de las formaciones políticas supone que estas pueden albergar la esperanza de que sus errores, voluntarios o involuntarios, en el gobierno o en la oposición, no van a ser excesivamente penalizados, lo que, a su vez, puede desincentivar que se esfuercen en mejorar. Un ejemplo de ello sería que los reiterados casos de corrupción que se han destapado en España parecen no haber sido castigados electoralmente en la medida de su alcance, lo que, a su vez, podría ser una de las causas de que se hayan seguido repitiendo.

El trabajo también nos ayuda a perfilar al ciudadano de centro sin fidelidad partidaria. Los datos presentados lo caracterizan como una persona trabajadora, con un nivel educativo elevado y con escasa religiosidad. Estos resultados parecen indicar que el voto no fidelizado tiene arraigo en los ciudadanos de las capas sociales con un mayor dinamismo social y que, como consecuencia de su trayectoria educativa y laboral, son menos conformistas con la actuación de los partidos políticos, premiándolos y castigándolos en función de su desempeño. Podría suponerse que, precisamente, esta trayectoria vital los empujaría a unas posiciones más pragmáticas y menos ideológicas desde las que evaluarían a las formaciones políticas por su actuación. Este razonamiento estaría en línea con el citado trabajo de Fraile18, en el que se argumentaba que el voto por rendimientos exigía una serie de conocimientos para poder evaluar el desempeño de los partidos políticos. De esta manera, estos electores, pese a que no son mayoría, serían en gran medida los responsables del color del gobierno, por lo que, en consecuencia, aquellas formaciones que realmente aspiran a encabezar el mismo deben prestarles una especial atención.

Si bien el presente trabajo centra su mirada en los datos disponibles para las dos elecciones generales celebradas en España en el año 2019, sus conclusiones bien podrían ser extrapolables al resto de procesos electorales celebrados desde el advenimiento de la democracia. En este sentido es de obligada referencia la magistral obra de González y Bouza19 en la que estos autores se adentran en las razones del voto en la España democrática en el periodo 1977-2008. Este trabajo, que se ha convertido en una estación obligada para aquellos que pretenden entender el comportamiento electoral de los españoles en las tres primeras décadas de democracia, muestra cómo la gobernabilidad de España, a lo largo del periodo estudiado, ha estado marcada por el comportamiento de los votantes que se sitúan en el centro político y en sus proximidades. Así, si en un primer momento este electorado se decantó por la Unión de Centro Democrático, tras la implosión de esta formación política migró mayoritariamente al Partido Socialista, para posteriormente, en la década de los años 90, ir trasladando paulatinamente su apoyo al Partido Popular, siendo el culmen de este proceso las elecciones generales del año 2000, en las cuales esta formación política obtuvo la mayoría absoluta. Por último, las convulsas elecciones de 2004 permitieron al Partido Socialista recuperar parte del apoyo de los electores centristas, facilitando la vuelta al gobierno de esta formación política.

7 CONCLUSIONES

El trabajo permite ver, a través de los datos postelectorales del CIS, que existe una fracción muy alta del electorado español que vota siempre, o casi siempre, a la misma formación política. Además, los datos apuntan a que el mayor grado de infidelidad partidaria se da en los electores que se autositúan en el centro político. Este hecho, unido a que son precisamente estos electores los que muestran una mayor tendencia a inclinarse a derecha o izquierda, según el proceso electoral, los convierte en un elemento clave a la hora de conformar mayorías de gobierno. Este papel crucial en la gobernabilidad hace que los partidos que aspiran a liderar los gobiernos, a un lado y al otro del espectro político, les deban prestar especial atención. De esta manera, se puede vislumbrar cómo el verdadero campo de batalla político queda reducido a poco más de la décima parte del cuerpo electoral.

Adicionalmente, se intuye que una buena parte de estos electores proceden de los estratos sociales más dinámicos de la sociedad, los cuales debido a su trayectoria profesional y/o educativa serían especialmente críticos con el desempeño de los partidos políticos.

Por último, hay que señalar que este trabajo abre una interesante línea de investigación en dos vías. La primera tendría un carácter temporal e intentaría ver la evolución de la fidelidad partidaria a lo largo del tiempo. La segunda buscaría profundizar en las características de este electorado no ligado emocionalmente a las formaciones políticas, así como a sus preocupaciones. Este punto sería de trascendencia capital tanto para entender los resultados electorales como las políticas y posiciones que deberían defender las formaciones políticas en busca de maximizar su voto.

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Notas

1 Lazarsfeld et al., 1944; Berelson et al., 1954.

2 Goodin y Klingemann, 1996.

3 Campell et al., 1960.

4 Downs y Martin, 1973.

5 Riker y Brams, 1973.

6 Riker y Ordeshook, 1968.

7 Barreiro, 2022b.

8 Barreiro, 2021; Barreiro, 2022a.

9 Caplan, 2007.

10 Barreiro, 2022b.

11 González, 2002; Fraile, 2007; González y Bouza, 2009.

12 Fraile, 2007.

13 Barreiro, 2022b.

14 Caplan, 2007.

15 Barreiro, 2022b.

16 Núñez, 2013.

17 González, 2020.

18 Fraile, 2007.

19 González y Bouza, 2009.