Administración & Cidadanía (A&C)
Vol. 14, n. 2 (julio-diciembre) 2019
Sección: Artículos
ISSN: 1887-0287
https://doi.org/10.36402/

A nova política na España do século XXI: causas, xénese e evolución

La nueva política en la España del siglo XXI: causas, génesis y evolución

The new politics in 21st century Spain: causes, genesis and evolution

Alfonso Antonio López Rodríguez

Profesor interino de Ciencia Política y de la Administración

Universidad de Santiago de Compostela

https://orcid.org/0000-0003-3012-5667

alfonsoantonio.lopez@usc.es

Recibido: 3/12/2019 | Aceptado: 16/01/2020

https://doi.org/10.36402/ac.v14i2.89

Resumo: As demandas cidadás dunha nova política para que fose adoptada polos actores e representantes institucionais xorden como resultado do impacto da gran recesión dentro dun sistema político como o español. Este xa arrastraba deficiencias manifestadas na particular cultura política do país. O obxectivo deste traballo é analizar as causas materiais que determinaron a emerxencia das ditas demandas cidadás e como acabaron por se plasmar en movementos sociais para, finalmente, ser instrumentalizadas por organizacións partidistas.

Palabras clave: Nova política, movementos sociais, crise económica, política partidista, globalización.

Resumen: Las demandas ciudadanas de una nueva política para que fuese adoptada por los actores y representantes institucionales surgen como resultado del impacto de la gran recesión dentro de un sistema político como el español. Este ya arrastraba deficiencias manifestadas en la particular cultura política del país. El objetivo del presente trabajo es analizar las causas materiales que determinaron la emergencia de dichas demandas ciudadanas y cómo terminaron por plasmarse en movimientos sociales para, finalmente, ser instrumentalizadas por organizaciones partidistas.

Palabras clave: Nueva política, movimientos sociales, crisis económica, política partidista, globalización.

Abstract: The citizen appeal for new politics to be adopted by institutional actors and representatives arise as a result of the impact of the great recession within a political system such as Spanish, which already dragged deficiencies manifested in the particular political culture of the country. The objective of this paper is to analyze the material causes that determined the emergence of these citizen demands and how they ended up being embodied into social movements to, finally, being instrumented by partisan organizations.

Key words: New Politics, social movements, economics crisis, party politics, globalization.

Sumario: 1 Presentación. 1.1 Objetivos. 1.2 Estructura. 2 El contexto global: la Gran Recesión. 2.1 La crisis de la hiperglobalización. 2.2 El impacto en España. 3 El contexto nacional: la crisis de representatividad. 3.1 La cultura política en España. 3.2 La crisis de representatividad. 4 Definición y manifestación. 4.1 Una definición de la nueva política. 4.2 La materialización de la nueva política: Podemos. 5 Del antagonismo a la normalización institucional. 5.1 Etapa conflictual-rupturista. 5.2 La atenuación del eje nuevo-viejo y el asentamiento institucional. 6 Posible evolución. 7 A modo de conclusión. 8 Bibliografía.

1 PRESENTACIÓN

1.1 Objetivos

El objetivo fundamental de estas páginas es identificar las raíces de un término que se ha mantenido como popular dentro de la retórica política del último lustro: “nueva política”. El concepto que va a abordarse en el presente texto no se refiere a la idea acuñada en su día por Ortega y Gasset1, quien aludía a la necesidad de una nueva forma de ser y hacer política en España que superase tanto el régimen de la restauración canovista como a sus fantasmas. En el caso del término objeto de este estudio, se acota, por tanto, a nuestro presente, a un siglo XXI que transita el fin de su segunda década.

Como manera de presentar la anatomía de este término, se adopta, en primer lugar, un enfoque genético, partiendo de preguntarse cuál es la causa que origina la idea de la nueva política dentro de la sociedad española. Tras la presentación y análisis de los fenómenos que pueden ser tenidos como causa, se parte a la materialización de esa nueva política dentro de los movimientos sociales y partidistas en el contexto español, adoptando un enfoque más netamente analítico.

1.2 Estructura

Este texto va a dividirse en varios bloques para afrontar con el rigor necesario la tarea de abordar el concepto de la nueva política tal y como se ha materializado en el contexto político actual. Para ello, en primer lugar, se describirá el panorama global en el que la crisis económica de 2008 generó una serie de impactos socioeconómicos todavía no resueltos que, en lo fundamental, serían el caldo de cultivo para los movimientos sociales de los que emergería la idea de una nueva política2. El malestar social provocado por la crisis y las políticas aplicadas motivará la emergencia de nuevos movimientos sociales que sustanciarán la idea de una nueva política. Esta demanda se traduce tanto en el ámbito de lo institucional como en la praxis colectiva. A esta articulación de la demanda se dedicará la tercera sección del presente trabajo. Una vez acotados los contextos de los que surge, es el momento de realizar una definición y determinar las manifestaciones en las que se ha concretado la nueva política, lo que se plasma en la cuarta sección. En el caso de la quinta, tendrá como protagonista el análisis de la materialización, como actor dentro del sistema de partidos, de esta nueva política. Es el caso de la formación Podemos, que ha sido la que con mayor vehemencia ha reclamado el concepto de nueva política (en el ámbito nacional) como elemento constitutivo de sí mismo. Por último, nos centraremos en la posible evolución de la nueva política tras el ciclo electoral que se cerró en las elecciones de noviembre de 2019; debe indicarse que dicho ciclo no parece cerrado del todo3. La forma del texto, en cierto modo, se adapta a la idea de trazar un contexto, seguido de una diagnosis y una sucinta prognosis, para finalizar con unas breves conclusiones.

2 EL CONTEXTO GLOBAL: LA GRAN RECESIÓN

Los años inmediatamente anteriores a la crisis económica que estalló en 2008, cuyos ecos aún se padecen, fueron de una extraordinaria expansión global4. Un paralelismo notable se mantuvo entre las economías española y norteamericana: la burbuja inmobiliaria5. El fin de esta situación provocó una frustración de las expectativas, fundadas en el ámbito de lo material, lo que explicará una parte de las raíces de las demandas de una nueva política. Sin embargo, resulta necesario describir, en primer lugar, las causas de la crisis que malogró las esperanzas materiales de buena parte de la sociedad española. Esto no puede abordarse con rigor si no se enmarca en el contexto de referencia de una economía abierta e integrada internacionalmente como la española; esto es, sin hablar de la globalización, más en concreto de su estadio actual o “hiperglobalización”.

2.1 La crisis de la hiperglobalización

El concepto de hiperglobalización (o globalización profunda) es acuñado por el economista Dani Rodrik6 como un contexto de exacerbación de los componentes políticos y económicos de la globalización, en especial los que se refieren a la desregulación, a la apertura comercial y a la privatización de las instituciones del Estado de bienestar. En sus palabras7, obedece a una situación en la cual es particularmente desfavorable la relación de los costes políticos/redistributivos respecto a las ganancias netas del comercio. Como él mismo apunta a reglón seguido, la construcción de los mercados nacionales necesitó de un proyecto político centralizado que gestionase la redistribución entre ganadores y perdedores. Esto no está pasando en el escenario global, lo que, por otra parte, nos permite hablar de perdedores y ganadores de la globalización.

Es en 2008 cuando se produce la primera gran crisis global del capitalismo8. La destrucción de riqueza y la amplitud y profundidad de su contagio no tienen parangón con otra, salvo con la producida en 1929. Los enormes costes sociales y financieros que afrontaron los Estados condujeron, en casos como el español, a crisis de deuda soberana que aún afectan a la sociedad en el presente.

No es objeto de este texto analizar las causas últimas de este proceso, pero como indica Rodrik9 esto tiene su génesis en la desregulación general de los flujos de capital entre los años 80 y 90. El nuevo paradigma de capitalismo financiarizado nació sin una regulación que pudiera evitar desequilibrios que supusieran riesgos sistémicos para la economía mundial. Finalmente, esos desequilibrios se produjeron de manera devastadora.

Una secuencia sucinta de los hechos sería la siguiente. Desde el final de la guerra fría comienzan a incrementase las pautas de interconexión global de las relaciones económicas, en especial aquellas que tienen relación con los flujos de capital, como el caso de la inversión directa extranjera, especialmente a corto plazo. Además, comienzan a hacerse célebres palabras como outsourcing y offshore. Es un contexto donde el paradigma de producción ha cambiado. Por un lado, se rompe el contrato social que nace de la segunda posguerra mundial y a la vez emerge lo que Castells10 ha dado en llamar sociedad de la información. Es un contexto en el que las, en aquel momento, tecnologías emergentes (la informática hoy normalizada) abren la posibilidad de la organización nodal de la producción, con un capital móvil. Es una sociedad en la cual la información es un activo (intangible) más dentro del proceso de producción; este fenómeno se acelerará en el siglo XXI.

En el caso de la gran recesión, los nuevos instrumentos que van apareciendo al retirarse la regulación estatal del ámbito financiero permitieron la creación de activos financieros basados en la titulización y que fueron vendidos en mercados internacionales11. El elemento fundamental de estos instrumentos eran créditos hipotecarios de alto riesgo y, cuando se produjeron impagos de estos, empezó el colapso, desde los individuos que eran desahuciados hasta la quiebra de grandes corporaciones de inversión.

Es en el contexto de una gran recesión donde se produce la causa material de la que emerge la idea de una nueva política. Será en suelo estadounidense, el epicentro de la crisis global, donde aparece el movimiento Occupy Wall Street en protesta por los créditos universitarios, pero en general contra el capital financiero, el 1% que tiene secuestrada la democracia americana. Este tipo de movimientos emergerán en muchos más países12 al tiempo que se va extendiendo el contagio de la recesión estadounidense, convirtiéndose en global.

2.2 El impacto en España

La crisis económica española de 2008 tiene una naturaleza dual: una vertiente es exógena (contagio de la crisis global) y la otra endógena (colapso de la burbuja del sector inmobiliario). Para el objeto del presente trabajo, resulta de mayor relevancia el análisis de la segunda. En este caso su origen viene de la constitución de la Unión Económica y Monetaria (UEM) a raíz de la firma del tratado de Maastricht en 1992. El modelo de esa unión se basaba en la existencia de un área monetaria óptima13. El principal problema es que la heterogeneidad de las estructuras económicas de los países implicaba grandes desequilibrios difícilmente solubles en el lapso de tiempo en que el plan de la UEM preveía el establecimiento de una moneda común. Sea como fuere, España en 2001 adoptaría el euro y con ello liquidaba completamente su soberanía monetaria. La adopción de la moneda única, con las directrices del Banco Central Europeo para los tipos de interés, llevó a una bajada artificial de estos. En menos de un quinquenio, los tipos nominales bajaron de los dos dígitos (con la deuda denominada en pesetas) a unos que rondaban el 4% en su nueva denominación. El resultado es que se produce una facilidad artificial para el endeudamiento. Todo lo anterior, en conjunto con cambios legislativos nacionales, implica un acelerado efecto riqueza por revalorización de activos inmobiliarios14. Ambos factores (dinero barato para el crédito a particulares y una revalorización de activos inmobiliarios y bienes raíces) se conjugaron para generar la burbuja de la especulación inmobiliaria.

Durante el periodo de expansión se realizó una supervisión deficiente por parte de los responsables institucionales, y las entidades financieras realizaron préstamos hipotecarios de alto riesgo, entrando incluso en el negocio, adquiriendo directamente activos inmobiliarios mediante sociedades ad hoc o directamente. Los operadores financieros privados (mayoritariamente bancos) no se encuentran vigilados como es debido por los responsables políticos-administrativos competentes (CNMV y el Banco de España) y se produce una excesiva exposición al riesgo, especialmente en la concesión de préstamos hipotecarios y la adquisición de activos inmobiliarios.

Por otro lado, a pesar del fuerte crecimiento en términos de PIB del período, las tendencias estructurales de la economía española se mantuvieron, de manera que, llegada la recesión, el ajuste duro en el ámbito empresarial se realizó mediante despidos masivos. Se genera una cadena que deviene en impagos de hipotecas, desahucios y retracción del consumo, con el consecuente desplome del PIB15 y del valor de los activos inmobiliarios. Estos quedan en manos de la banca, que a su vez se ve en la necesidad de ser rescatada16. Ello provocó la conversión de deuda privada en pública, y de ahí a la crisis de la deuda soberana, tristemente célebre por la popularidad alcanzada por el concepto de prima de riesgo17.

Los efectos de la crisis para la economía nacional fueron devastadores. Solo en el año 2009 el PIB se contrae un 3% y se produce una destrucción neta de un millón de empleos. La situación de recesión no mejora a pesar de las medidas de estímulo como el PlanE, con lo que a partir de 2010 se aprecia un punto de inflexión18. Las políticas de austeridad y consolidación fiscal que se extienden como receta para la crisis de los países de la eurozona manifiestan unos grandes costes sociales19. Se aprecia un proceso en el que se produce tanto una precarización de las ofertas de empleo (con incremento de la temporalidad, peores condiciones contractuales, incremento de formas atípicas) como una precarización de la situación en el desempeño del propio puesto de trabajo, como, por ejemplo, el incremento de horas extra no cobradas. Es en este contexto de crisis socioeconómica agravada donde emerge la categoría social de los trabajadores pobres20. Se produce un escenario de privación material súbita, de precarización laboral profunda y de frustración de expectativas laborales en el que emergerán movimientos como: PAH, V de Vivienda, Juventud sin Futuro, etc. Muchos serán parte de los componentes del 15M21, ingrediente o detonante esencial para la aparición de la idea de nueva política.

3 EL CONTEXTO NACIONAL: LA CRISIS DE REPRESENTATIVIDAD

En el caso español, además de los efectos directamente materiales de la crisis sobre la población, está el efecto sobre las instituciones políticas. Si bien en los EE.UU. no hubo un cuestionamiento relevante de las instituciones políticas, esto sí se produjo en España. Se llegó a hablar de “crisis de régimen”. En todo caso, ya se infería, desde tiempo atrás, una insatisfacción con el funcionamiento del sistema político que tiene una manifestación particular dentro de la cultura política española.

3.1 La cultura política en España

Como indica Vallés22, la cultura política vendría a ser un atributo que comparten un conjunto de ciudadanos que mantienen unas mismas pautas, orientaciones y comportamientos en relación con los objetos políticos o, de modo más amplio, con la política. Un hecho que resalta dicho autor es que en el caso del mundo contemporáneo:

“[Se] han debilitado los mecanismos de transmisión (…) especialmente los que se corresponden con el Estado –escuela– y las grandes organizaciones de masas –partidos, sindicatos, iglesias oficiales–. En cambio, han adquirido mucha mayor influencia –junto con algunas organizaciones voluntarias– los medios de comunicación de masas y de diversión capaces de vehicular un modo de vida –incluido el modo de vida político– a través de la radio, la televisión, el cine, la música, la publicidad o internet, sin consideración por las fronteras territoriales o de otro tipo”23.

En especial va a ser internet, como plataforma de uso de redes sociales, el principal vehículo del malestar por las fracturas creadas a causa de la crisis y las políticas de austeridad. La red se elevará como foro desde el que arrancarán las movilizaciones sociales que darán forma al concepto de nueva política, de modo que todas ellas serán una nueva herramienta dentro de la cultura política española.

Como señala Magre24, la cultura política de nuestro país ha estado siempre presidida por unos rasgos diferenciales en relación con los países de nuestro entorno. Aun siendo el caso de España una democracia relativamente “joven”, es de las que presenta una mayor insatisfacción tanto con el rendimiento del sistema político en general como con los actores políticos en particular.

Es destacable que dentro del caso español se ha visto como característico un acendrado apoliticismo y una escasa movilización social, salvo en momentos puntuales. En especial ha destacado la escasa densidad de “asociacionismo” en España, así como muy bajas tasas de afiliación a sindicatos o partidos políticos. De esta manera, el caso de la sociedad española que iba a sufrir el impacto de la crisis era el de una sociedad en la que la sensación de eficacia política tanto interna como externa es de las más bajas de Europa, una sociedad en la cual el desapego respecto a partidos e instrucciones siempre fue elevado y en la que la desafección política ha sido dominante.

Esta inhibición en la participación se rompería (al menos parcial y temporalmente, y para un grupo sociodemográfico concreto) con la llegada del 15M y de las movilizaciones motivadas por las crisis económicas, que se suma a la crisis de representatividad, pero con una particularidad que denota un cierto cambio en la esfera de la eficacia política25; se aprecia una valoración más positiva de la eficacia política interna (capacidad de influir en la política) que se quiere extrapolar a la eficacia externa (que las autoridades sean más sensibles a las demandas legítimas). Este es el esquema subyacente a la nueva política, una ciudadanía que se siente más capaz de influir, valorar y articular sus demandas, pero que se ve sistemáticamente ignorada por las élites políticas y autoridades institucionales.

3.2 La crisis de representatividad

La alta desafección política va en aumento por los enormes costes sociales de la crisis económica. Este hecho se hará cristalizar en un particular movimiento de protesta en el año 2011. El 15 de mayo, de una manera más o menos espontánea, se empiezan a ocupar las plazas en una protesta con el lema “no nos representan”. La idea subyacente es que la acción de los partidos políticos tradicionales se siente como completamente ajena a las necesidades y preferencias de los ciudadanos, esto es, al interés general.

En el contexto del ciclo político que se abre con las crisis y se extiende hasta los comicios de 2019 se produce un momento de particular debilidad de instituciones clave. Por un lado, la monarquía empieza a ser vista de manera más crítica por la opinión pública atrapada en la crisis económica, y el malestar por la corrupción política es manifiesto. Por otra, la gestión económica de los dos grandes partidos (PP y PSOE) implica que se produce una anormal debilidad electoral de ambos26. Es un escenario no solo propicio para la protesta social, sino para la acción partidista.

El malestar generado tanto por la escasa empatía desde el Ejecutivo como desde las élites parlamentarias hacia los efectos de la crisis económica detonó en un movimiento de descontento que se articularía de manera muy particular y con un gran protagonismo de las redes sociales. En este contexto se abre una crisis del modelo de partido como del propio sistema de partidos, al menos en su configuración tradicional27, en el que se entiende que, si bien los partidos son un actor necesario, el modelo predominante en el sistema político español del momento era profundamente insatisfactorio28.

En el caso español, el impacto de la crisis ya vendría sembrando movimientos sociales de tipo instrumental-tradicional, como las mareas que se manifestaban contra los recortes sociales y en defensa de los servicios públicos, además de aquellos formados por las personas afectadas por el colapso hipotecario, como el colectivo PAH (Plataforma de Afectados por la Hipoteca), que incluso promocionó una iniciativa legislativa popular para reformar la ley del sector29. Este tipo de movimientos romperían la tradicional apatía a la movilización en sectores ciudadanos. De este modo, se allana el camino para la consolidación del 15M como movilización masiva, combinada con movimientos de tipo expresivo como el de DRY (Democracia Real Ya) o el de los “indignados”, inspirado por los manifiestos de Stéphane Hessel. Sería la crisis económica la que destaparía y dispararía la insatisfacción (siempre larvada y latente) de la ciudadanía con las instituciones y que se manifiesta en algo tan particular como el cinismo democrático30. Una forma de resumir la relación entre la crisis económica y la de legitimidad que se manifiesta en la emergencia de estos movimientos sociales queda magistralmente expresa en las palabras de Martí y Ubasart31: «Las medidas neoliberales afectan de forma rápida y repentina a cientos de miles de personas que, fruto de este impacto, reaccionan contra los recortes o los desahucios e incluso en algunos casos pasan a formar parte de movilizaciones que hacen una “enmienda a la totalidad” del sistema, tal y como sucede con las protestas iniciadas el 15M de 2011»32.

La crisis de legitimidad en el caso español fue muy proclive a ser verbalizada como un conflicto élite/pueblo dentro de un imaginario de lo nuevo/lo viejo. Este hecho será oportunamente aprovechado por nuevas organizaciones partidistas, como se verá a continuación. Lo cierto es que la crisis económica exacerbó sentimientos de alienación y desapego, ya presentes en la cultura política nacional, en que los partidos y los políticos profesionales siempre han sido vistos con desconfianza, si no, directamente, con hostilidad. Esto dio lugar no a un movimiento de antipolítica como en el caso de Italia y el M5S33, sino de apoliticismo crítico que, en España, finalmente cristalizaría en una suerte de partido movimiento que enarbolaría la bandera de la nueva política.

Debe mencionarse que, dentro de las movilizaciones de protesta que se produjeron, tienen un particular impacto las redes sociales y la coordinación y extensión de mensajes y consignas difundidos por ellas. Esto supuso una gran fuerza y capacidad de difusión y movilización dentro de su target, pero escaso impacto fuera de él. Como han indicado Anduiza, Cantijoch, Gallego y Salcedo34, en los momentos de nacimiento y expansión del movimiento 15M se aprecia en España una “brecha digital” en la que una barrera fundamental era la edad y la renta: a mayor edad, menos uso y competencia; a menor renta, menor disponibilidad de una conexión a la red eficaz. Por ello, en su momento era un movimiento que se alienaría a personas con bajos recursos y a las de edad avanzada, categorías que demasiado a menudo suelen coincidir.

Las movilizaciones como la española del 15M fueron vistas por varios autores como parte de un movimiento social más amplio y prácticamente global, donde las TIC y las RRSS emergieron con un rol protagónico. En un principio, las expectativas de cambio y de reconquista democrática fueron elevadas; dentro de una interpretación netamente posmoderna, Guiomar Rovira resalta que son:

“Multitudes no marcadas por categorías sociales, sino por un ejercicio de algo que podemos nombrar como democracia en acto o ciudadanía performativa, puesta en escena, toma de la ciudad, ciudadanía no concedida por el Estado, sino actuada, apropiada y desprivatizada, situada y local, singular e intransferible, como cada una de las vidas, pero conectada a nivel global como el aire que se respira, sin respetar fronteras ni siglas. Un nuevo cosmopolitismo conectado que rompe con toda extranjería, que interpela a cualquiera, a cualquiera menos uno: el 99% proliferante y excesivo, incontenible e incontinente”35.

En este extracto se manifiesta la idea de transversalidad que empapa la retórica de la nueva política y una búsqueda de la movilización entusiasta que supere ya no solo barreras de clase, sino territoriales. El contenido entusiasta de estos análisis, por ingenuo que parezca, prendió en varios colectivos y sirvió como caldo de cultivo para el posterior nacimiento de actores políticos. De un modo más “prosaico”, Donatella della Porta36 especula con que este tipo de movimientos, y en cierta medida los partidos a los que han dado lugar, no son una forma de euroescepticismo, sino un europeísmo crítico que desea mayor integración, pero con unas políticas no neoliberales. Lo cierto es que, visto desde la posición de 2019, han sido los movimientos netamente euroescépticos los que han tenido mayor repercusión y éxito electoral, desde la M5S en Italia o el UKIP y el brexit en Gran Bretaña, por ejemplo. En el caso de España, el carácter de movimiento de movimientos, o de catalizador, que tuvo el 15M es, en suma, el de una reacción contra las políticas de austeridad que ahogaban económicamente a unos colectivos y frustraban materialmente a otros. En conjunto, es una protesta contra un sistema institucional poco permeable a los costes sociales de la crisis y las medidas que pretendían solucionarla, en el que se demandaba una nueva (forma de hacer) política más lábil a las demandas de la mayoría social y más comprometida con la ciudadanía (sus anhelos, temores y necesidades) que, en un contexto de diálogo y cercanía, buscase una salida más social a la recesión económica.

Un último apunte37, que enlazará con los restantes apartados (aunque ya indicado), es que las protestas protagonizadas por los “indignados” en España, como las del movimiento Occupy Wall Street, no están protagonizadas por los colectivos más castigados por la crisis. De hecho, son personas con un perfil sociodemográfico no coincidente con lo que se entiende como clase obrera, sino que son personas jóvenes de clase media y alto perfil formativo. Esto va a tener su repercusión tanto en las manifestaciones como en la estructuración de las demandas y en las propias demandas que llegan a articularse, así como en el potencial de movilización política y arrastre electoral.

4 DEFINICIÓN Y MANIFESTACIÓN

Uno de los objetivos que se han marcado es el de poder describir y dotar de un contenido la idea de la nueva política. El primer paso es dar una definición que sea operativa, a la par que descriptiva y, de esta manera, poder observar en qué fenómeno concreto se ha manifestado. En todo caso, ya se han avanzado ideas sobre la definición misma. Por otro lado, en cuanto a la manifestación, se ha optado, en virtud de la brevedad, por aquella que más fuertemente ha reclamado para sí tanto la “herencia” del movimiento de movimientos 15M como de las manifestaciones estéticas de esa nueva política. Si bien pueden existir otras manifestaciones, se ha optado por aquella más relevante en términos no solo cuantitativos, sino por su peso específico dentro de la sociedad española actual.

4.1 Una definición de la nueva política

Un elemento que debe quedar explícito es que, dentro de la pugna y el debate político, el imaginario de la nueva política implica la apertura de un polo de conflicto o clivaje protagonizado por dos polos: el de lo nuevo (que viene de fuera) frente a lo viejo (que está dentro de las instituciones). Esta contraposición es la que articula todo el discurso de la nueva política. Dentro de este esquema se acentúan conceptos como la horizontalidad, la participación, la permeabilidad, etc. Quizás una buena definición de lo que realmente pueda ser la nueva política en el caso de nuestro país sea la siguiente:

“Quizás no sea nada por ella misma sin su oposición, la «vieja política», que sí parece tener más clara su definición. La crisis de legitimidad de la élite representativa occidental ha sido largamente estudiada, provocada por el problema de funcionalidad del sistema de bienestar, la despolitización de la tecnocracia, la corrupción y la falta de transparencia, entre otras causas, que son hoy puestas en la agenda por los partidos nuevos, que anuncian ser radicalmente diferentes a todo eso propio de la «vieja política»”38.

De esta manera, la nueva política sería una forma de nuevo contrato o compromiso entre representantes y representados; uno en el cual la intermediación y las acciones de los representantes son más permeables, transparentes y sensibles a los intereses de los representados que en el caso de la política tradicional. Se pretende marcar una clara distinción frente a la vieja política, que es vista como ajena a los problemas de la mayoría social (el “pueblo”) y absorta dentro del aparato institucional donde desarrolla la mayor parte de sus actividades.

En cierta manera, la nueva política no sería más que otro síntoma de que los sistemas políticos occidentales se están deslizando hacia abajo en la elipsis posdemocrática enunciada ya en 2004 por Colin Crouch, un descenso general de la calidad de la representación, acompañado de la espectacularización de la política y la mercantilización de lo público. En suma, la degradación general del sistema democrático (tanto presidencial como liberal-parlamentario) que tiene una gran cantidad de causas subyacentes. Si bien el citado autor39 acude al ejemplo de Berlusconi, a día de hoy esa lista se ha multiplicado, pudiendo aludir ya a un largo etcétera40. La nueva política sería una demanda desde abajo (bottom-up) de repolitización de esferas mercantilizadas del Estado de bienestar (reivindicación de las diversas Mareas), así como una presencia más activa de los intereses sociales dentro de los debates y decisiones institucionales a la hora de formular las políticas públicas. Es una forma de reclamación, tanto de una mejora de la representación política como de integración ciudadana en un contexto en el que la propia ciudadanía se hace consciente de la degradación institucional del sistema político. La nueva política busca un compromiso, un vínculo de unión entre representados y representantes que se traduzca en una nueva forma de hacer política: una que suponga una mejora y una profundización en el paradigma del gobierno democrático.

Un elemento particularmente llamativo viene señalado por Domínguez Benavente41 al indicar que, en el caso de las nuevas formaciones políticas que entran en el Congreso tras las elecciones de 2015 (Podemos y Ciudadanos), el mismo hecho de “ser nuevos” o hacer algo nuevo es en sí un elemento positivo, bueno y deseable, todo ello con independencia del propio sentido o resultado de la acción. Otro elemento destacado por el citado autor es la relevancia que para este tipo de formaciones tendrá el liderazgo, lo cual supone una nota ciertamente disonante respecto a los postulados formales que estas formaciones predican sobre la nueva política. Por lo tanto, puede afirmarse que, en su manifestación más externa, la nueva política termina por identificarse con nuevas prácticas en un viejo escenario: el de las instituciones tradicionales del sistema político español42.

4.2 La materialización de la nueva política: Podemos

La irrupción de Podemos en el sistema de partidos ha sido mucho más disruptiva que la de Ciudadanos, tanto en términos de discurso como del sistema de partidos en sí mismo. Las primeras manifestaciones públicas, discursos y actos políticos pusieron encima de la mesa del debate público conceptos como antisistema o populismo. Este último es particularmente equívoco, especialmente por sus diversas tradiciones, como también por la particular recepción del populismo que hacen los fundadores de esta opción partidista. Por ejemplo, Dani Rodrik43 establece su origen histórico en un movimiento político que implicó una coalición de granjeros, obreros y mineros que se manifestaron en contra del patrón oro y el sistema financiero en los Estados Unidos a caballo entre los siglos XIX y XX. Tampoco olvida la tradición latinoamericana, que nace de la oposición a las élites y contrapone el “pueblo” frente a la oligarquía. Pero existen otras aproximaciones44 que se entienden en una triple vertiente: como ideología, como discurso o como estrategia. En el caso de Podemos, resulta interesante que se hayan tomado las tres de una manera cambiante en el tiempo, atenuando unas y mitigando otras. Cabe destacar que, en el ámbito estratégico, es netamente populista el autonominarse como heredero, hijo o sucesor de un movimiento auténticamente popular como el 15M, especialmente tres años después de la aparición y posterior difuminación del mismo. Esto es relevante porque la opción política Podemos nace en 2014, exprofeso para presentarse a los comicios europeos de ese año, aprovechando la visibilidad mediática de su líder fundador en aquel momento. Esto es una marca de origen partidista en dicha formación que dejará una impronta muy profunda.

La materialización del discurso de la nueva política está centrada en Podemos, aunque Ciudadanos también puede ser tenido como un partido relativamente nuevo en el tablero político estatal. Este último no ha mantenido un discurso de “herencia” del 15M, más bien una retórica de regeneración política y de modernización (en clave de europeización) de la política. Asimismo, en el caso de Podemos destaca, como se ha señalado, su origen mediático, pues las plataformas y colectivos de los que emergen están vinculados a productoras audiovisuales y a programas de televisiones comunitarias, en los cuales el formato de la tertulia política es preferente45. Ello tendrá su plasmación en un gran aprovechamiento de las RRSS como mecanismo para generar engagement y feedback46 dentro de públicos amplios47.

Por lo tanto, la materialización del discurso de la nueva política dentro del universo de las opciones partidistas terminará por concretarse en una estrategia mediática profundamente centrada en los mensajes y en el discurso, donde, dentro de una lógica populista “à la Laclau” se busca una narrativa identitaria del nosotros frente al ellos, del pueblo frente a la casta48. Esto tienen gran relevancia por el poso posmaterialista, constructivista y postestructuralista49 en el que se enmarcan (intelectual y académicamente) los fundadores de la opción política. Dentro de este paradigma, la producción discursiva, su difusión, expansión y aceptación resultan vitales en la lógica de lucha por la hegemonía cultural, dado que la concepción subyacente de sus planteamientos es la de un mundo en el que las realidades son constructos sociales, interpretaciones dentro de un mar de relativismo. De este modo, las inquietudes materiales que alumbraron las protestas sociales y que demandaban una nueva política pasan a concretarse en un partido cuyas inquietudes son las de la articulación discursiva de lo nuevo. La nueva política, más que un conjunto de demandas concretas y de cambios factibles, es, para Podemos, un vector discursivo del que emana la dicotomía nuevo/viejo y una cadena concatenada de significantes que, en sus propios términos posmodernos, posee una performatividad inherente para la construcción de identidades colectivas con vistas a la creación de una hegemonía cultural-electoral basada en los antagonismos. Desde esta perspectiva intelectual, resulta comprensible su interés y énfasis en los relatos. Asimismo, puede distinguirse netamente entre la “nueva política originaria” (que emerge de las movilizaciones y demandas ciudadanas) y una “nueva política aplicada”, que es más la retórica discursiva de una formación partidista que una praxis innovadora en el mundo de lo político.

5 DEL ANTAGONISMO A LA NORMALIZACIÓN INSTITUCIONAL

La evolución tanto discursiva como programática de Podemos es una muestra interesante de la flexibilidad del concepto de la nueva política “aplicada” y de su imaginario de confrontación nuevo-viejo dentro de la praxis real de la arena política y alejada de su génesis dentro de los movimientos sociales. Un hecho constante es la “maleabilidad” de lo que se entiende como “nuevo”, como se verá a continuación.

5.1 Etapa conflictual-rupturista

El inicio de Podemos tiene como génesis un conjunto de docentes universitarios que conjugan su actividad académica con militancia política en el ámbito de la izquierda50. La mayoría de sus primeros líderes son académicos, más o menos encuadrados dentro de las coordenadas del posmarxismo51, concretamente en las corrientes posmodernas y de la lectura postestructuralista que hacen Laclau o Mouffle. Esto es de capital importancia, dado que es un paradigma en el que prima la comunicación, lo identitario e idealista, frente a la izquierda tradicional de matriz marxista, nítidamente centrada en cuestiones económicas, redistributivas y en la materialidad de lo real. En el caso de la génesis de Podemos, la estrategia de medios es fundamental. De este modo, el canal y el mensaje son esenciales en las primeras etapas fundacionales. Es en estos primeros momentos cuando se reclama como suyo el espíritu del 15M. La dialéctica rupturista es la de ser la fuerza de la nueva política que pretende romper con lo viejo (la Transición y el régimen del 78) y recuperar la democracia para el “pueblo” mediante una reforma constitucional. En este momento, la dicotomía básica del discurso populista elite/masa, casta/pueblo va a llegar a su cénit. Es el momento del auge electoral de Podemos, en ascenso desde las elecciones europeas de 2014. Es un escenario en el que se busca esa idea gramsciana de arrebatar la hegemonía del discurso y se vislumbra incluso un triunfo electoral. En esta etapa el partido aparece caracterizado en el discurso mediático como “populista” o “antisistema”, aunque insiste en su vocación transversal, mayoritaria y abierta. Javier Franzé52 señala que esta etapa es “antagonista” dentro del paradigma de Laclau53, donde se genera un eje discursivo entre lo nuevo/lo viejo, en el cual Podemos se autoubica inequívocamente como lo nuevo. Es un momento en el que la formación política habla de régimen del 78 en términos de imposición, y en el que reclama una reforma constitucional como mecanismo de reconquista de la democracia. En el ámbito de “lo viejo” está el régimen del 78, pero también todos los partidos políticos tradicionales, independientemente de su posicionamiento ideológico. En este sentido, resulta muy acertada la apreciación de Franzé:

“Con su nombre, Podemos se desliga del partido de representación de intereses materiales de clase para ir a un movimiento abierto que, al subrayar el significante demos, convoca a la construcción de un nuevo sujeto hegemónico: el pueblo. Aquí hay también un distanciamiento epistemológico de la izquierda clásica, derivada del marxismo ortodoxo: el reconocimiento de la acción política como práctica performatividad deja de lado el mecanicismo estructura-superestructura”54. [Énfasis del autor]

Esta convicción o creencia en la performatividad del lenguaje, de los discursos y de las acciones políticas enmarca a la formación política en unas coordenadas propias de la concepción social del posmodernismo lingüístico, todo ello muy alejado de las raíces de las demandas de la nueva política. Es aquí donde se aprecia que la apropiación del significante “nueva política” es parte de una estrategia populista por parte del propio partido. Esto quedará claramente manifestado en la siguiente etapa del modelo discursivo de la organización.

5.2 La atenuación del eje nuevo-viejo y el asentamiento institucional

La progresiva difuminación de lo que en esencia se entendía como lo nuevo, se realiza de forma tremendamente rápida en el tiempo, pasando por lo que se entiende por “antagonismo” al “agonismo” descrito por Mouffle55. En este caso de una dialéctica dura amigo/enemigo se pasa a otra en la cual la dicotomía se mantiene dentro del ámbito de la rivalidad y reconociendo valores compartidos. El régimen del 78 ya no está en crisis. La Transición no ha de censurarse, sino mejorarse en una “segunda transición”. Además, ahora las instituciones existentes son marcos adecuados para las iniciativas de cambio. Esto se produce con el partido ya dentro de esas mismas instituciones y culmina con una alianza electoral con lo que solamente unos meses atrás era “lo viejo”: Izquierda Unida. De este modo, la alianza con “lo viejo” desvirtúa la dicotomía nuevo/viejo en la que se sustentaba el discurso de la nueva política dentro de Podemos, al tiempo que se desplaza el concepto de lo nuevo hacia coordenadas poco relacionadas con sus orígenes en las movilizaciones sociales anteriores.

6 POSIBLE EVOLUCIÓN

En primer lugar, desde la perspectiva primigenia de las reivindicaciones que articularon la demanda de una nueva política, estas parecen no haber sido colmadas ni por los partidos nuevos ni por los tradicionales. Por lo que se corresponde a las organizaciones partidistas que se manifiestan como materialización de esa nueva política, su destino no parece tampoco alentador, en términos de alcanzar una victoria electoral, aunque el cierre del ciclo de comicios en 2019 puede significar su entrada en el poder ejecutivo y la ruptura de la tradición española de gobiernos monocolor en el ámbito del Gobierno del Estado.

Por otro lado, ya teniendo en mente un alcance más profundo tanto en términos temporales como analíticos, en la primera parte se aludió a los perdedores de la globalización, a aquellos que se ven arrojados a su suerte dentro del vendaval de la economía global, sin contar con el paraguas del Estado de bienestar ni otras redes de seguridad provistas por la soberanía del Estado56. Dichos colectivos, que se corresponden con la vieja clase obrera y parte (creciente) de las clases medias, se han visto seducidos por los discursos populistas. Son precisamente estos colectivos los que sustanciaron las propuestas que luego catalizaron el 15M. Como el propio Rodrik57 ha destacado, tanto la historia como la teoría económica explican que, en el estadio actual de la globalización, esta provoca y provocará reacciones populistas. Ello es así porque los perdedores de la globalización son creados sistemáticamente por la propia globalización, al igual que (los menos numerosos) los ganadores. Esto es un terco retorno de la materialidad que la derecha populista ha interpretado (y aprovechado) mucho mejor que la izquierda en este periodo histórico. El propio Rodrik lo ha señalado con maestría al indicar que “incluso cuando el shock subyacente es fundamentalmente económico, la manifestación política puede ser cultural y nativista. Lo que puede parecer una reacción racista o xenófoba tendría sus raíces en angustias y perturbaciones económicas”58. Es decir, la inquietud de la inseguridad material puede manifestarse como cultural en el ámbito del discurso político, pero en realidad no lo es, teniendo mucho más que ver con el incremento de la desigualdad que con elementos exclusivamente culturales59. Esto ha sido mucho mejor utilizado por los populismos de derecha, que han entendido cómo la crisis de 2008 y sus repercusiones han traído de vuelta el protagonismo de los valores materialistas60 frente a la retórica posmoderna que obvia lo material para centrarse en la hegemonía del discurso y las identidades subjetivas.

Esta es la gran debilidad de la forma de la nueva política que articula la “nueva” izquierda, la claudicación61 de tener un programa en el ámbito de lo material, mucho más sugerente y urgente para la mayoría de los ciudadanos de los países afectados por la gran recesión. Parecen haber sido ignoradas las llamadas a que una izquierda decidida salve a la economía del neoliberalismo62 intentando dar una salida al trilema63 que propone el autor citado. La alternativa que vislumbra, basada en reforzar los gobiernos nacionales en el ámbito de la democracia y de la “soberanía” como pretende la nueva política, pero dentro de una “desglobalización” (o al menos una nueva forma de articularla alrededor de los intereses y necesidades de las ciudadanías nacionales) ha caído, por el momento, en saco roto, cosa esta particularmente alarmante cuando los indicadores económicos64 y los cambios tecnológicos65 permiten inferir una nueva recesión global en el horizonte cercano.

7 A MODO DE CONCLUSIÓN

Lo que resulta seguro son dos cosas. Una, la más trivial (adoptando la jerga militar tan cara a los seguidores de Gramsci), la praxis política y el rendimiento electoral han demostrado el limitado arsenal de la nueva política como arma discursiva dentro del teatro de guerra posmoderno (que es precisamente el discurso). Otra, mucho más sustantiva para nuestra democracia, estriba en que los anhelos, demandas y aspiraciones que se encuadran dentro de la petición de una nueva política siguen incontestados. Permanecen como un desafío necesario a las instituciones de nuestro sistema político, aguardando con toda legitimidad a ser debidamente satisfechos, tanto por las instituciones como por los representantes políticos. Esto evitaría riesgos que ya se han convertido en realidad en otras partes de Europa. En ese pretendido clivaje que parece no querer instalarse del todo en torno a globalistas/estatistas-nativistas, entre ganadores y perdedores de la globalización, la antipolítica le ha tomado una considerable ventaja a la nueva política. Parece que los partidos de aquella inspiración han sabido, por el momento, tocar las teclas más adecuadas, en cuanto al rendimiento electoral, acceso institucional, formación de ejecutivos y, en especial, la formulación de políticas. No deja de resultar más que sorprendente que, en un momento en el cual se atraviesa por la mayor desigualdad material en los últimos cien años66, las fuerzas que han hecho bandera de la nueva política mantengan un posmodernismo relativista muy alejado de la materialidad que reclama esa misma nueva política.

Como cierre a estas páginas, no se puede más que recordar la reflexión de Lamo de Espinosa: “Más allá de las interpretaciones y la construcción social, hay hechos, datos, duros, tozudos. Como siempre. No cambiaremos el mundo cambiando de conversación”67. De igual modo, las legítimas demandas que articula la nueva política no se lograrán con conversaciones y discursos, sino afrontando los necesarios cambios institucionales y emprendiendo las oportunas políticas públicas.

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Notas

1 El concepto de nueva política de Ortega aparece en su conferencia del 13 de marzo de 1914 “La vieja y la nueva política”. El acto fue celebrado en el Teatro de la Comedia de Madrid organizado por la Liga de Educación Política Española. Los contornos de este concepto, dada la época en la que Ortega realiza su conferencia, son bien diferentes del concepto emergente de las diversas crisis que han atravesado las dos primeras décadas del siglo XXI, aunque podrían mantener puntos comunes, inspirados fundamentalmente en la idea de cambio y renovación (Ortega y Gasset, 2007).

2 Dado que el propósito es desentrañar la génesis y evolución del objeto de estudio (la nueva política), muchos de los matices que atañen a sus procesos constitutivos son tangenciales para el objeto en sí, aunque sustantivos para los procesos descritos, por lo que se tenderá a dedicarles su necesario espacio en las notas al pie.

3 Debe indicarse que en el momento de finalizar y enviar el presente trabajo se había llevado a efecto el adelanto electoral, por la imposibilidad de formar gobierno. Si bien parece que se está fraguando una coalición gubernamental con mayoría relativa parlamentaria, esta no ha sido puesta a prueba por la moción de investidura presidencial según los términos del artículo 99 de la Constitución española.

4 Stein, 2016.

5 Sin ánimo de realizar un resumen exhaustivo, cabe señalar que fue un contexto dentro del cual el sector de la construcción y afines, junto a la especulación con los activos producto del sector, lo que engordó la crisis en ambas situaciones especulativas. En los dos casos, las entidades bancarias asumieron un riesgo sistémico desproporcionado al conceder préstamos hipotecarios a particulares. Además, se produjeron casos en los que las mismas entidades bancarias operaban dentro del sector inmobiliario. En otras ocasiones se realizaban acciones de shadow banking para soslayar regulaciones restrictivas por entidades no bancarias, funcionando como una red parabancaria. Asimismo, en el caso de España, el momento con el mejor dato de desempleo de toda su historia estadística fue en mayo de 2007 cuando tocó el suelo del 7,9%, al calor de la especulación con activos inmobiliarios. Resulta comprensible que desde la perspectiva ciudadana se experimentaba tanto un efecto riqueza como unas elevadas expectativas económicas hacia el futuro. Eran momentos en los que las expectativas económicas eran altas y muchas familias estaban experimentando una situación de bienestar desconocida para generaciones anteriores; unos meses después, conocerían privaciones, por desgracia, bien conocidas para las anteriores generaciones.

6 Rodrik, 2018.

7 Rodrik, 2018: 16.

8 Martín-Aceña y Pons, 2011.

9 Rodrik, 2018.

10 Castells, 2000.

11 Martín-Aceña y Pons, 2011.

12 Raffini, Penalva y Alamios: 2015; Porta, 2015.

13 El modelo de Área Monetaria Óptima de Robert Mundell implica (resumidamente) que, para la integración monetaria de varias unidades económicas (en este caso países), han de converger en unas determinadas variables o categorías que dependen de las categorías de simetría (entre las economías) y la flexibilidad (en su relación) (Brown, 2018). En lo principal, tener regulaciones, nivel de rentas y desarrollo similares, además de que el factor trabajo no tenga unos costes de desplazamiento que inhiban su movilidad (que los costes de transacción no superen las ganancias de cambiar de zona). Puede señalarse que, desde una perspectiva exigente de los criterios del propio Mundell, la Eurozona es una AMO notablemente subóptima, especialmente frágil por la pérdida de soberanía monetaria de sus miembros (Bolton y Huang, 2018).

14 A finales de la década de 1990 se produce un cambio en la legislación sobre el uso y aprovechamiento del suelo, con modificaciones legales en 1998. Se incrementa la superficie de suelo urbano edificable y se otorga la competencia de ordenación en materia urbanística a los municipios (altamente endeudados), los cuales ven como una forma de mejorar sus haciendas la recalificación y construcción en terrenos anteriormente no urbanizables. El incremento de viviendas implica un aumento de los pagos en concepto de Impuesto de Bienes Inmuebles (IBI), que supone una de las principales fuentes de financiación propia de los entes locales en España.

15 Como se indica en la ecuación del PIB, sería PIB = C + GP + I + (X - M). Dentro de esta identidad, el consumo privado (C), principal motor del PIB, se ve contraído por la crisis, al igual que el gasto público (GP), que fue dirigido al saneamiento de las entidades de crédito a partir de 2012 y que imposibilitó políticas de estímulo. Esto fue especialmente motivado por compromisos adoptados por España como la suscrición del Pacto del Euro y la consecuente reforma del artículo 135, la promulgación de la Ley orgánica 2/2012, de 27 de abril, de estabilidad presupuestaria y sostenibilidad financiera; o el Memorando de entendimiento firmado con la Troika (BCE, Comisión Europea y FMI) para acceder a financiación para el saneamiento del sector bancario. Igualmente, la inversión (I) estaría dificultada por el propio acceso a crédito del Estado como por la situación del sector bancario nacional e internacional. Respecto al último término (X - M), exportaciones menos importaciones, sería el blanco de las políticas de estímulo mediante la búsqueda del empuje del turismo y las exportaciones, intentado mejorar la, estructuralmente, deficitaria balanza comercial española. Todas estas constricciones motivarían, a su vez, a incrementar las exportaciones en un entorno de costes estables y la adopción de la política de la devaluación interna (Uxó, Febrero y Bermejo, 2016). Dado que no se podía devaluar la moneda para abaratar el pago de la deuda y estimular las exportaciones, se opta por devaluar el factor trabajo por la vía de la moderación y represión salarial, con lo que se disminuyen los costes de producción y con ello se incrementa la competitividad internacional de los bienes vía precios más bajos.

16 Bergés Lobera y Ontiveros Baeza, 2019.

17 Vázquez Suárez, 2015; Cencini, 2017.

18 Lago Peñas y Martínez-Vázquez, 2016: 21.

19 Krugman y Wells, 2014.

20 Artero López, Borra Marcos y Patiño Rodríguez, 2017.

21 Martín García, 2018.

22 Vallés y Martí, 2015.

23 Vallés y Martí, 2015: 265.

24 Magre, 2018.

25 Magre y Martínez, 2015: 458.

26 Alamios y Alamios-Fernández, 2018.

27 Nohlen, 1993.

28 Martínez Sospedra, 2018.

29 Martí i Puig y Ubasart i González, 2018.

30 Magre, 2018: 373.

31 Martí i Puig y Ubasart i González, 2018.

32 Martí i Puig y Ubasart i González, 2018: 389.

33 Raffini, Penalva y Alamios, 2015.

34 Anduiza Perea, Cantijoch, Gallego y Salcedo, 2010.

35 Rovira, 2017: 18.

36 Porta, 2015.

37 Peterson, Wahlström y Wennerhag, 2015.

38 Domínguez Benavente, 2017: 67.

39 Crouch: 2004.

40 Los orígenes de lo que Crouch (2004) identifica como parábola posdemocrática tienen vinculaciones con hechos como el desclasamiento de los partidos tradicionales de izquierda que han dejado electorados huérfanos; el homo videns de Sartori, la mercantilización generada por la expansión de la globalización (…) entre otras muchas causas que, en conjunto, generan una degradación de la representación política y del mismo sistema de gobierno liberal-parlamentario.

41 Domínguez Benavente, 2017.

42 Como han indicado Vallés y Martí (2015), existen dos modos de entender la democracia: el procedimental, que parte de las ideas de Schumpeter y se concreta en las exigencias de Robert Dahl para la poliarquía; y, por otro, el modelo de democracia sustantiva, aquel que busca no solo una dinámica institucional limpia, sino un resultado justo, en el cual se abre la posibilidad de la participación, del diálogo, de la comprensión y la rendición de cuentas. La primera sería la que “meramente” busca que el juego del gobierno democrático sea limpio, la segunda busca que, además, sea justo. Este matiz cualitativo, participativo e integrador es el que mejor marida con la idea de la nueva política.

43 Rodrik, 2016.

44 Arroyas Langa y Pérez Díaz, 2016.

45 Sampedro, 2015.

46 Engagement puede traducirse como vinculación, con la vocación de generar una relación que atraiga al usuario y lo mantenga atento a las publicaciones y actividades de la red social. Feedback vendría a ser la retroalimentación dentro de la red social por los propios usuarios entablando un diálogo en la red.

47 Arroyas Langa y Pérez Díaz, 2016; Alonso González, 2016.

48 Arroyas Langa y Pérez Díaz, 2016.

49 Como indica Martín Retamozo (2017 a), el modelo de Ernesto Laclau, si bien arranca desde coordenadas neomarxistas, acaba abrazando el posmarxismo (que ya poca relación tiene con la obra o pensamiento de Karl Marx), con lo que por momentos se hace indistinguible de otros autores posmodernos. Debe apuntarse que, dentro del movimiento 15M, ya habría influencia de su pensamiento, dado que algunos de los lemas aludían a la idea de ser “los de abajo”, que están en conflicto con “los de arriba”, una analogía espacial ya utilizada por el autor argentino en la década de 1970 (Retamozo, 2017 a: 165). Esto puede ser un indicio de que una parte del “arsenal” teórico de la nueva política no era tan nuevo como pretendía parecer.

50 Sampedro, 2015: 139.

51 Aunque nominalmente se alude en el nombre de la escuela a Karl Marx, en la práctica no tiene una relación con el programa de investigación ni con el proyecto político del filósofo alemán; es más una corriente constitutiva de lo que se conoce como posmodernismo. Como indica Retamozo, para Laclau se da un abandono claro de categorías y elementos fundamentales del pensamiento de Marx y de Hegel, además de realizar una lectura de la obra de Antonio Gramsci sin contemplar la filiación e inspiración marxista de dicho autor (Retamozo, 2017 b).

52 Franzé, 2017.

53 Laclau, 2005.

54 Franzé, 2017: 229.

55 Franzé, 2017.

56 Stein, 2016.

57 Rodrik, 2016: 303; Rodrik, 2018: 2.

58 Rodrik, 2018: 14.

59 Piketty, 2015.

60 Polavieja, 2013.

61 Rodrik, 2016.

62 Rodrik, 2018.

63 La idea del trilema se resume en la imagen de un triángulo cuyos vértices son la soberanía de Estado (autonomía para emprender políticas públicas), democracia (como mecanismo de expresión de la voluntad ciudadana) y globalización (como integración económica internacional transfronteriza). Según Stein (2016), se entiende que no se pueden tener más de dos de los vértices a la vez y solo uno de manera completa. Por ello, ha de buscarse, como indica Rodrik, un compromiso de equilibrio o trade-off entre los distintos componentes del trilema, sin que exista una única solución satisfactoria, sino que depende de las situaciones de cada estado y economía nacional individual.

64 Como ha indicado Roubini, el cual ya había pronosticado con gran acierto la gran recesión de 2008, a diferencia de aquel momento, cuando los gobiernos tenían las herramientas macroeconómicas para evitar un desplome completo, a día de hoy se verán atados por los elevados niveles de deuda y en la futura crisis mucho más, al ser los niveles de endeudamiento soberano mucho mayores, por lo que señala que la próxima recesión, que se aprecia para 2020, será más severa y prolongada que la de 2008 (Roubini y Rosa, 2018).

65 Roubini y Rosa, 2018; Beraud Martínez, 2018; Grinin, Korotayev y Tausch, 2016.

66 Piketty, 2019.

67 Lamo de Espinosa, 2019.